El desarrollo de la sociedad industrial, en que la humanidad está instalada desde los albores del siglo XIX, precisa de energía para poder permanecer activa y evolucionar. Inicialmente la energía se precisaba para activar los motores a vapor, ya con la llegada de la electricidad la energía y su consumo pasó a formar parte del día a día de los hogares, hasta el punto de que actualmente casi toda actividad humana requiere de disponer de energía.
Hemos llegado al
límite en que los ciudadanos precisamos de energía eléctrica para consumo en
nuestros propios bolsillos para que, por medio de los dispositivos inteligentes
(smartphones), podamos comunicarnos constantemente, permitiéndonos así mismo
participar de reuniones, actualizarnos con las noticias, estar conectados con
el trabajo o disponer de una nueva herramienta de trabajo directamente.
Así si analizamos
el consumo histórico de energía desde que se tiene información registrada[i]
vemos que el año 1971 (inicio de disponibilidad de datos) el consumo mundial de
energía per cápita estaba en los 1.197 kWh habiendo llegado en el año 2021 a
los 3.290 kWh. Esto significa un incremento de un 174.8% en un período de 50
años.
Cabe considerar
que estamos hablando de un consumo per cápita, para ver el crecimiento real de
las necesidades de energía debemos aplicar el numero de habitantes de la tierra.
En el mismo período considerado de 1971 a 2021 se ha pasado de 3.777 Millones
de habitantes a 7.820 Millones lo que representa un crecimiento de un 107%.
Siendo
conscientes de que la sociedad industrial y el estado del bienestar al que se
quiere llegar de forma generalizada comportan un crecimiento constante en el
consumo de energía. Es decir, el crecimiento de la necesidad de energía de
forma orgánica tenderá a crecer de forma acelerada en las próximas décadas.
Debemos mencionar
que la energía eléctrica requerida en el período contemplado (1971 – 2014) era
generada en más de un 65% por combustibles fósiles[ii]
(petróleo, gas, carbón).
Podemos concluir
que la gravedad de la situación que se vislumbra para el futuro (dentro del
siglo XXI) requiere de actuaciones drásticas porque el crecimiento del consumo
de energía per cápita seguirá siendo positivo, lo que agregado al crecimiento
de la población mundial se convierte en un punto crítico para la estabilidad de
la humanidad.